MATAR AL LOBO
Hace unos días se desató la polémica sobre la cacería del Rey en Botsuana. Independientemente de las discusiones méramente políticas, queda el hecho de que está permitido, en ese país, cazar elefantes de una manera regulada, con el objetivo de mantener, con el dinero obtenido, las inmensas reservas naturales que han decidido acertadamente proteger. Aunque puede parecer contradictorio y hay opiniones encontradas al respecto, no deja de ser una opción razonable sobre la que meditar por ser una forma de hacer sostenible económicamente las reservas de biodiversidad.
Trasladados aquí a España, donde lo que opinamos y hacemos nos afecta más y ya lo tomamos como propio, se podría plantear un razonamiento similar en el caso del lobo.
Los ganaderos se quejan, con razón, de los daños ocasionados por los lobos. Esto no sería problema si todos, y en este caso la administración, contribuyeramos a resarcir los daños. Pero no es así. La obligatoriedad de suscribir un seguro para el ganado, como condición previa a la indemnización, ya supone una pérdida para el ganadero. Además, solo cubre reses muertas o malheridas pero no los daños por estrés del resto del ganado y las consiguientes pérdidas de productividad.
En Castilla y León se está planteando la posibilidad de poder cazar lobos al sur del Duero. Lo que parece algo descabellado, muerto el perro se acabó la rabia, podría ser una solución si se planteada de forma adecuada. La caza es una actividad boyante, con muchos cazadores conscientes de que la naturaleza es algo más que lo que se sirve para echarse al zurrón. Una reinterpretación positiva de la caza podría ser el control de determinadas especies sin dejar de lado la actividad en sí. Podría ser una forma de poner de acuerdo y llegar a colaboraciones interesantes entre cazadores y conservacionistas con un fin común: la conservación de la naturaleza y la convivencia con el hombre, ya sea ganadero, cazador o naturalista.
Si se plantea la posible caza del lobo como una manera de poder obtener recursos para su conservación y la de las especies y hábitats asociados, y permite la indenización de los ganaderos que sufren directamente grandes pérdidas económicas, podríamos estar resolviendo un problema y generando una solución sostenible y satisfactoria para importantes colectivos de nuestro país.
Sería interesante que Sindicatos Agrarios, Asociaciones de Cazadores, Asociaciones Naturalistas y Junta de Castilla y León promovieran y concretaran reuniones donde, con mente abierta, todos pudieran hablar y ponerse de acuerdo en un tema con tantas sensibilidades contradictorias.